SANTUARIO IGUALDAD

¿De dónde proceden la leche, los huevos o la carne que se consumen? 

De los animales, claro. Aunque parezca algo evidente, hace relativamente poco tiempo que la gente piensa en ello, y también en que los animales utilizados para el consumo sienten. Como consecuencia, mucha gente pretende seguir disfrutando de esos productos pero bajo la idea de “tratar bien” a estos animales.

Pero, ¿es posible utilizar a un animal sin hacerle sufrir? ¿Es viable el “bienestar animal” cuando hablamos de acabar con su vida para el disfrute ajeno? ¿Qué estamos valorando realmente para analizar esto? 

Empecemos por el principio. Debemos conocer a los animales, saber cómo son, para entender sus necesidades.

El Santuario Igualdad es un lugar donde asomarnos para conocer la vida real de los animales considerados de “granja”, su vida emocional, sus días buenos y sus días malos. Saber cuándo tienen hambre, conocer el sufrimiento que les genera la enfermedad, la soledad o la pérdida de un ser querido. En definitiva, aprender qué necesitan para no sufrir y ser felices.

Estas cuestiones parecen obvias, pero raramente la gente entiende las consecuencias que deberían derivarse de ello. Sin embargo, la experiencia nos muestra que cuando tenemos la oportunidad de conocer directamente a una vaca, a una gallina o a un cerdo, podemos comprender mejor el enorme sufrimiento que les provocaría seguir viviendo en las explotaciones de donde fueron rescatados, y cómo no, el enorme daño que supondría para ellos perder su vida por satisfacer los gustos humanos.

Las empresas que explotan a los animales no quieren que los conozcamos a nivel individual. Nos intentan hacer creer que todos son iguales, que tienen las mismas necesidades, y por supuesto, que “están hechos para ofrecernos sus productos”. Esta pérdida de individualidad de los animales favorece la visión de estos como recursos, y ayuda a perpetuar la relación especista que tenemos con ellos. Queremos seguir explotándolos, pero con la conciencia tranquila, inventando un “bienestar” que jamás aceptaríamos para nosotras mismas o para animales como perros y gatos con quienes convivimos.

Además de los animales que son víctimas de la explotación animal, a los santuarios también llegan en ocasiones animales que vivían en la naturaleza, pero que tuvieron algún problema que hizo que necesitaran ayuda de los seres humanos. Muchos animales salvajes están en esta situación, pero no tienen la suerte de encontrarse con alguien en su camino que pueda recogerlos o ayudarlos. Esto nos enseña que cualquier ser que sufre, sea cual sea su situación, merece que se le ayude. Afortunadamente, existen lugares como el Santuario Igualdad, que se encargan de proporcionarles una vida digna, donde sus necesidades son atendidas.

Helena Rivera (equipo de redacción de AV)

Trabajo realizado por Gabriela Penela.

Publicado en febrero del 2023

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