MATANZA DEL CERDO
Reflexionar sobre el enorme sufrimiento
Este es el testimonio de Ariadna Creus, que documentó una de tantas matanzas de cerdos que se llevan a cabo de forma tradicional cada año. Lejos de ser una costumbre que va desapareciendo, algunos sectores de la sociedad buscan recuperar estas prácticas como forma de promover el mundo rural, sin cuestionar la brutalidad que caracteriza a algunas de sus tradiciones más arraigadas. Nuestra intención al difundir estas imágenes es la de hacer reflexionar sobre el enorme sufrimiento que implica el uso de animales para nuestro beneficio, en cualquiera de sus formas posibles. Porque la explotación animal y la muerte, sean intensivas, extensivas o familiares, son explotación y muerte igualmente.
Helena Rivera (equipo de redacción de AV)
Las familias y amistades se reencuentran, es momento de celebración. Participan en una tradición ancestral, en un encuentro cuyo eje central es el sacrificio, la muerte. Es la matanza del cerdo.
En ocasiones se golpea la cabeza del animal con un mazo, en un intento de que esté menos consciente cuando lo matan. Otras veces no se produce ningún intento de aturdirlo, y directamente se le clava un cuchillo afilado en la garganta, dejando que brote su sangre en una larga agonía.
Aturdido o no, con métodos legales o ilegales, se le escapa la vida, muchas veces consciente de todo lo que ocurre. Sintiendo miedo, dolor y un mareo intenso que invade su cuerpo.
Rodeado de hombres que lo inmovilizan, agoniza mientras se desangra.
El cerdo por fin muere. Hombres y mujeres proceden entonces a trocear su cuerpo.
Al escribir esto, regresa a mí el recuerdo de esos chillidos, tan intensos, tan impotentes. Y es que, en realidad, nunca los olvido. Están clavados en mí, igual que ese cuchillo en el cuello indefenso de esos cerdos que vi agonizar y morir lentamente.
Ariadna Creus
Reportaje realizado por Ariadna Creus.
Publicado en diciembre del 2022