EL POLLO NUESTRO DE CADA DÍA
Los pollitos llegan en cajas de plástico apiladas dentro de un camión. Tienen dos días de vida. Pesan unos 50 gramos.
Las cajas llenas de pollitos se vacían en la granja.
El suelo queda lleno de pollitos. Más de 10.000 que inician el engorde.
La carne de los pollos es una de las que más se consumen a nivel mundial. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que en 2021 se consumieron 133 millones de toneladas de “carne blanca” en todo el mundo.
La mayoría de los pollos denominados “de engorde” solo viven varias semanas antes de ser sacrificados.
Debido a la selección genética y de cría, estos animales crecen a tal velocidad que sus pequeñas patas apenas soportan el peso de sus cuerpos, sufriendo lesiones y deformidades. También son susceptibles a muchos otros problemas de salud, como la disfunción y malformación esquelética, afecciones cardíacas y pulmonares, dermatitis o lesiones oculares debido a los gases tóxicos y la mala ventilación.
Cuando accedes varias veces al interior de una granja de pollos puedes ser testigo del sufrimiento que padecen desde que son instalados en las naves, con tan solo unos días de vida, hasta que son enviados al matadero. Una corta y agónica vida seguida de una muerte igual de injusta.
Las cajas vacías se van retirando para dejar espacio a las llenas.
Algunos pollitos mueren aplastados el día de su llegada.
La nave alberga 10.000 pollitos, con una temperatura de 33 grados.
Los primeros días se mantienen juntos. Pegan sus cuerpos unos contra otros. Mantener el calor es vital.
Mueren muchos a diario. Saco lleno de pollitos muertos.
Comedero.
En 10 días miden casi el triple.
Se puede pensar que hay formas de reducir el sufrimiento de estos animales durante su explotación pero, ¿es esto lo que realmente debemos cambiar? Sabemos que el consumo de animales es algo totalmente innecesario. Entonces, ¿es éticamente aceptable explotar y acabar con la vida de alguien que quiere vivir, sencillamente porque nos apetece?
Ariadna Creus documentó la vida de los pollos utilizados para el consumo en una granja de Huesca. Tardó el tiempo que duraron sus vidas: 45 días.
Helena Rivera (equipo de redacción de AV)
Muchas veces engordan tanto que sus patas no soportan el peso de sus cuerpos.
La mortalidad es diaria. Sufren infartos por el crecimiento tan brusco.
Pollos que buscan el calor del sol.
Pollo de 4 semanas.
Mujer revisando los comederos de la granja.
Cuando llega la sexta semana, pesan a varios pollos. Hacen la media para saber en cuantos gramos están. Deben pesar aproximadamente 2500 gr. pero según la demanda del mercado podrían engordarlos 2 semanas más hasta llegar a los 2800-3000 gr.
Una noche llega el camión, tienen el peso deseado.
Grupos de personas, en silencio van arrinconando a los pollos para meterlos en jaulas. Es conveniente no excitarlos porque son propensos a sufrir infartos.
Los camiones los llevarán al matadero
Un pollo me mira. Me despido de él. Les he visto crecer durante 2 meses.
Al día siguiente la granja está vacía. Quedan rastros de plumas y algunos cadáveres.
Reportaje realizado por Ariadna Creus.
Publicado en febrero del 2022