LA SUBASTA DE SAN BENITO

Hoy en día no debería sorprender a nadie que muchas religiones son dadas a utilizar animales en sus celebraciones, y de eso sabemos mucho en la península ibérica.

En Galicia tenemos unas cuantas, pero la fiesta de San Benito es digna de destacar. Se trata de una celebración que acontece el 11 de julio en las rías baixas, en la que vecinos y vecinas donan animales al Santo para luego subastarlos y así sacar un buen dinero que pasa a formar parte de la hucha de la capilla o iglesia en cuestión.

En los primeros años los animales subastados eran gallos y “kikas”, pero dependiendo del pueblo se ha empezado también a sumar cabras, ovejas, corderos y hasta alguna ternera.

Los animales van llegando a primeras horas de la mañana, por lo general atados y metidos en bolsas o cajas que son dejadas en un pequeño cobertizo. Los gallos son atados por las patas y dispuestos por el suelo, mientras que los animales más grandes son atados a cualquier lugar donde se pueda enganchar la cuerda que lo sujeta.

Una vez terminada la misa y paseado al santo alrededor de la capilla, se empieza a preparar la zona de puja. Dependiendo del pueblo, un cura u otro individuo toma un micrófono junto a un pequeño altavoz de gran potencia y, subiéndose a la zona más alta, da el aviso del comienzo de la subasta de los animales donados.

Entonces comienzan a sacar a los animales uno a uno, y las pujas quedan marcadas por el precio de salida que marca el cura, por lo general de unos 20 a 30 euros dependiendo de lo “hermoso que sea el gallo”.

Los precios, muchas veces pujados por niños a los que los padres no pueden negarse, pueden llegar a doblar la cifra de salida tranquilamente. Los precios de los otros animales suelen ser mayores, llegando a rozar pagos de 150 a 200 euros por corderos o cabras.

Una vez finalizada las pujas cada comprador se lleva a los animales, sin preocuparles cómo. Algunos usan las cajas donde llegaron, otros buscan o piden bolsas, pero también es común ver otros que los llevan con las manos y los meten directamente en los maleteros de los coches.

Ruth Montiel Arias, fotografia, explotación animal
Ruth Montiel Arias, fotografia, explotación animal

Durante la subasta el ambiente festivo está muy presente. El ruido y jaleo de niños jugando y gritando, adultos visiblemente afectados por el alcohol y la pirotecnia provocan un enorme estado de ansiedad en los animales: los gallos se pican entre ellos si están muy juntos, algunos baten sus alas hasta que se agotan y se les puede ver en un estado de sumisión total. Los demás animales suelen mirar hacia las paredes y esquinados y corren desorientados al ser sacados para la subasta. Cuando se trata de animales más pequeños y mayores, claramente se ven signos de estrés y desorientación.

Parece que para dar de comer al santo los animales tienen que ser sacrificados.

Trabajo realizado por Ruth Montiel Arias

Publicado en agosto del 2022

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