TESTIMONIO: MEDIA VIDA TRABAJANDO EN GRANJAS
Quienes nos preocupamos por los demás animales nos preguntamos a menudo cómo alguien es capaz de dedicarse a criar animales para luego matarlos. Incluso quienes consumen animales, muchas veces dicen no ser capaces de ver cómo los tratan y menos aún cómo los matan.
Por este motivo las empresas que se dedican a la explotación animal omiten intencionadamente esas imágenes, ofreciendo en su lugar estampas de animales “felices” y cuidados con “amor”. Jamás verás en un anuncio publicitario cómo le cortan el cuello a un cerdo o cómo le disparan en la cabeza. ¿Por qué? Porque podemos entender el dolor que esos animales sienten, podemos ponernos en su lugar. No hay problema en ver cómo arrancan un tomate de la planta, porque obviamente ahí no hay sentimientos en juego.
Entonces, ¿cómo afronta alguien el matar a otro? ¿Cómo afronta el verlo enfermar y dejarlo morir sin darle ayuda si eso va a suponer una pérdida económica para su empresa? ¿Cómo verlo siendo utilizado como un mero objeto de producción?
A Juan le gustaban los animales. Él aprendió que, dado que tenía esa sensibilidad, debía trabajar en un sitio donde pudiera estar cerca de ellos. Podría ser un zoo, una tienda de animales o una granja. Quienes poseen estos negocios suelen decir que “aman a sus animales” y que nadie se puede preocupar más por ellos. Así mismo hablan cada vez más de cómo implementan las aclamadas medidas de bienestar animal.
Así, Juan llegó a trabajar en una granja de cerdos de Cataluña. Esto es lo que nos contó.
Trabajo realizado por Linas Korta y Xiana Castro.
Publicado en noviembre del 2023.